Vamos por la vida sin detenernos, muchas veces pensando que actuamos por valores, pero en ocasiones lo hacemos solo por miedo. Algunos creen que son puntuales, ordenados y justos, pero realmente viven huyendo de la sensación de insuficiencia y del miedo a ser imperfectos; otros se sienten muy nobles, gentiles y bondadosos, pero realmente se dedican a buscar la aprobación de los demás porque tienen mucho miedo de ser abandonados o de no ser aceptados; algunos más se muestran muy intelectuales, prudentes y serios, sin embargo están gobernados por el miedo a hacer el ridículo y ocultan su dificultad para vincularse. Pareciera que vamos por la vida huyendo o luchando de cualquier posible amenaza a nuestra identidad, perpetuando de esta manera formas y maneras de ser inauténticas que suelen traer consecuencias a veces insospechadas.